Crucita y yo es una de mis novelas. No diré que la preferida, porque
preferidas lo son todas (en esto sucede como con los hijos), pero me parece que
tiene un pase. Sin embargo, por eso de que los árboles no dejan ver el bosque,
no ha llegado a los lectores de la forma que había planeado: hay demasiadas
novelas en este planeta, y resulta difícil que una sobresalga.
Bueno, pues por añadir algo diré que de ella se pueden hacer múltiples sinopsis. Por ejemplo, estas
tres:
Crucita
y yo
Esta es la
vida de dos hermanas. La mayor se llama Nastasia, que con su madre emigró a la
capital del reino cuando era pequeña. Veinte años después su madre volvió a
quedar embarazada y tuvo otra hija, Crucita.
Las mujeres de
este libro son fantásticas: Nastasia, Crucita, la abuela de las niñas, la
madre, la tía Conchita –personaje de carácter…
Entre los
hombres, en cambio, hay de todo. Del padre, mejor será no decir nada. El
Rockero —el Rockero solitario—, el novio de Nastasia, es de lo que no hay, y
los novios de Crucita son dos: Atahualpa, el bueno, y Rafa, del que igualmente
callaremos.
Parece
sencillo, pero no lo es tanto. Durante 600 páginas sucede de todo…, aunque
no me tomaré el trabajo de destriparla: el que quiera enterarse, que la lea.
Lo anterior es un resumen sucinto, al
alcance de todos los públicos, de lo que en las páginas del libro se cuenta.
Sin embargo, esta labor (una síntesis de la narración) se puede abordar de mil
maneras, y para que se vea que lo que digo es cierto y todo es cuestión de
echarle más o menos fantasía al asunto, he aquí otra:
Crucita
y yo
Crucita, niña
rizosa, poetisa, trigueña, ojizarca..., y lo que es más, chavala espectacular,
parlanchina a más no poder y señalada por el dedo del Cosmos, que no es cosa
que se vea todos los días. Ser privilegiado, en suma, cuyas andanzas son largas
y enrevesadas, sí, muy aparatosas y teatrales, y movidas...
Crucita, a
quien también se conoció como Maricruz (pero eso no se dice porque es nombre de
gallina), o como rubia, bella durmiente, niña pequeña, especie de maciza y
otros muchos adjetivos del mismo tenor, nació de unos seres que se querían;
vivió a cuerpo de rey toda su vida; se reprodujo, aunque no sin dificultades, y
enfiló el camino hacia adelante con la satisfacción del deber cumplido.
¿Aún me
escuchan...? Pues les voy a decir más. Palabras acabadas en culo hay
muchísimas, casi todas de cuatro sílabas, y las principales son: báculo,
cenáculo, pináculo y tabernáculo; vernáculo, espiráculo y oráculo; o bien,
espectáculo, habitáculo, tentáculo y obstáculo...
Pero no queda aquí la cosa, sino que…
Crucita
y yo es una novela, pero Crucita, su insigne
protagonista, es una niña de las que no se ven –imagino que eso ha quedado
claro–, aunque además es…
C
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