»Nosotras éramos una pandilla de chicas
de quince años, casi todas de la ciudad nueva, que en verano nos trasladábamos
a la vieja y a sus playas porque la mayor parte de nuestras familias procedían
de ella. Durante aquellos meses aprovechábamos para ponernos todo lo morenas
que pudiéramos, siempre que hiciera sol, y para lucir los primeros bikinis que
tuvimos, [...]
»
[...] y los chicos de allí nos contemplaban desorbitados e igual que si hubieran
visto pasar unas marcianas. [...]
» [...] Luego ponían
aquella de Ciao ciao bambina y otras del mismo estilo, que entonces se
llamaba para arrimar, y así, entre bromas y veras, [...]
» [...] con las canarias en una playa, y
luego, por la noche, fuimos al apartamento de una de ellas a dormir y Pancho
dijo, anda, una guitarra, ¡qué bien!, y cuando estábamos en la terraza, era por
la noche y ya todos muy tirados, nos pusimos a cantar aquella de She loves
you, ¿no sabes tú eso?, ella te quiere... [...]
» [...] Bueno, y también
me acuerdo del High class baby que aquí se llamaba Presumida, nos
vemos, presumida, no te puedo aguantar, etc., ¡anda que no la tocamos veces!, [...]
« [...] y del rock del río rojo
¿qué podríamos añadir?, ¿te acuerdas de aquello que había que tocar con un saxo
pero nosotros lo hacíamos con la guitarra, tarirorirorá, tarirorirorá...?, ¡qué
cosa...!, [...]
» [...] y le dije, oye, aquí huele muy
raro, yo creo que son esas zapatillas tuyas, claro, ¿no has oído hablar del Comité
del Tigre?, sí, bueno, pero es que esto ya es demasiado, y las cogí, porque
cuando hacía calor Charli solía conducir descalzo, y las tiré por la ventana,
fue un buen recurso porque en realidad lo hice para que se le olvidara la
alocución, y él se quedó un poco así, enarcó las cejas y a punto estuvo de
detenerse a recogerlas, pero luego comenzó a reír y no podía parar, ¿y qué me
pongo ahora...?, pero el caso fue que no volvió a decir nada de su tema favorito
e hicimos el viaje tranquilamente, y al llegar a la puebla, que él iba descalzo,
fuimos directamente a echar una cerveza al bar de La Resaca para ir tomando
contacto y nos encontramos a Ríchar en la barra, ¡hombre!, ¿qué haces aquí?, ¿y
vosotros...?, ¿cuándo habéis venido?, ahora mismo, ¡ah!, y tú ¿qué haces sin
zapatos?, pareces un hippie de los de los viejos tiempos, sólo te falta el pachuli...
[...]
»Yo estaba vestida de uniforme una de
aquellas tardes en el stand que me había correspondido, cuando pasó por
allí uno con una máquina de fotos, y primero me preguntó si sabía en dónde
estaban las cosechadoras..., luego me miró, y al final me dijo, no te voy a
contar lo de oh! Carol porque seguro que no sabes lo que es, pero ¿por
qué no vamos luego a tomar una cerveza?, y a mí me sorprendió, ah, pues si quieres...,
porque la verdad es que estaba muy bueno, y cuando acabé, después de recorrer
algunos bares del centro, bares antiguos en los que nos dieron calamares y
otras cosas, [...]
» [...] y de aquella manera nos dieron
las cinco o las seis, quién puede saberlo, y al final, como seguramente la
recién llegada era tímida, o eso nos pareció, acabamos durmiendo nosotros tres
en una habitación y las chicas en la otra, ¡jolín, macho!, dijo Charli, si es
que parecemos de los de la acera de enfrente..., como se entere el posadero,
nos echa. [...]
» [...] pero en seguida las chicas, las
amigas de Patricia y otras, dijeron que siguiéramos con lo de la música antigua,
que esta noche es especial, y nos pusimos a tocar rock and roll de
verdad, a Elvis y a otros, que Pancho los imitaba que parecía su
reencarnación..., vaya éxito, porque yo había ido a algunas bodas y aquella no
se pareció en nada a las anteriores. [...]
»Una
vez puse un bar de copas en la ciudad nueva, aquella ciudad era muy grande para
mí, en donde casi no conocía a nadie, pero como el local estaba en buen sitio,
en mitad del barrio que albergaba la movida, una cosa que entonces
funcionaba, me sorprendió la cantidad de gente que aterrizaba por allí. Muchos
se hicieron asiduos, y es que les debió de gustar la decoración, que la hizo
Pancho, claro, que para aquellas cosas se las pintaba solo. Como el sitio era
muy antiguo no hizo casi nada, [...]
» [...]
y compuse la cara, agité el vaso y, más que cantar, declamé, eel fina-al...
deel verano... llegó, y tú partirá-as..., yoo no seé, haasta cuándo,
este amor... recordaraás..., [...]
»Bueno,
sí, ha llegado el final de nuestro verano, dijo Charli un día que estábamos en
la casa de la plaza de La Aduana alrededor de la camilla, pero es que todos los
veranos se acaban y bastante ha durado el nuestro, ahora mismo empiezan otros, todos los días
empieza el verano para alguien, jovencitos del planeta entero, negros, verdes,
cobrizos, incluso blancos... [...]
» [...] porque todo lo que dijimos antes,
la historia y la canción, fue una verdadera y auténtica declaración de amor,
una fenomenal y fantástica mentira, uno más de los recónditos secretos que
guarda el alma humana, eso que ninguno de vosotros sabe lo que significa ni
nunca llegaréis a averiguarlo, pues al fin ha sonado la hora, sobrevino vuestra
fecha de caducidad y hasta aquí os duró la cuerda, amén Jesús.
(Lo
anterior es un refrito confeccionado con trozos de Charli en Wonderland: una historia
de los tiempos del rock and roll.)
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