jueves, 6 de julio de 2017

Las ciudades de la antigüedad en Ojos azules



Hoy voy a hablar de algunas ciudades antiguas, y ello viene a cuento de la publicación de OJOS AZULES, novela histórica que se desarrolla durante el transcurrir de los tiempos. Comienza en la prehistoria, y de la mano de los sucesivos protagonistas (dado que unos descienden de otros) llega hasta nuestros días. Son quince capítulos en los que se pasa revista a episodios de la historia de la humanidad, pero episodios que nunca antes se contaron, pues aquí se habla de la gente de a pie, como es lógico, y muy poco de próceres y otros privilegiados. De esta forma, resulta que en muchos lugares aparecen ciudades, ciudades de la antigüedad...

Por ejemplo, Jericó, pero no la bíblica, sino algo que debió de existir hace unos 10.000 años (8.000 a.C.) y se ha excavado modernamente en ese lugar. Se trata de una aldea, más que de una ciudad, pero se le adivina ya cierta estructura, con su calle principal cubierta de basura, su plaza mayor con un pozo rodeado de palmeras... En realidad no era más que un conjunto de chabolas alineadas en la ladera de un cerro, pero algo es algo, que hablamos de los albores de la civilización..., y si me he confundido, es lo mismo: por aquellos entonces debieron de existir agrupaciones semejantes, una de las cuales (una maqueta, pero muy bonita y sugerente) está (o estaba) en un museo que hay en la Biblioteca Nacional, en la madrileña plaza de Colón.

Otras ciudades antiguas que aparecen en este libro son: Uruk, capital de los sumerios hace unos 5.000 años,





 que aparte de enormes barrios construidos por entero de adobe, en su centro tenía un zigurat que contaba con varias plataformas monumentales. Como es lógico, estaba siempre en obras, lleno de andamios y escombros, pues allí las obras se eternizaban (como ahora).

Asimismo se hace mención de Tiro, ciudad fenicia asentada en una roca cercana a la costa pero que contaba con extensos muelles y palacios y jardines colgantes, o algo parecido, a juzgar por lo que se dice ahí.

Después se cita la Roma imperial de principios del siglo II, con sus quintas, termas, coliseo... Todo esto (en el libro) no se ve, pero se oye, que gritaban mucho.

Posteriormente se puede echar una ojeada (algunas en la lejanía) a ciudades medievales de Baviera y Serbia en donde hay torneos, y a una catedral oscura y siniestra en la que, durante una función religiosa, pueden escucharse cánticos orientalizantes. A semejante ceremonia asistían varios reyes (citaremos a Leonor de Aquitania, ni más ni menos, por aquellos entonces reina de Francia, que con sus séquitos y ejércitos se dirigía a los Santos Lugares en el curso de la Segunda Cruzada). Esta iglesia, por cierto, estaba rematada con cúpulas en forma de cebolla.

Por fin, también aparece la Venecia de principios del siglo XVIII, y precisamente durante los días de carnaval, cuyas fiestas y estruendo son contemplados por los protagonistas (unos niños) desde un balcón escondido en lo alto de la torre de una iglesia.

Todo esto (y muchas cosas más), de una u otra forma pueden leerse en este libro, que no se queda parco en detalles y cualquiera puede conseguir de la manera más fácil en esta dirección (además, baratísimo, y eso los días que no está gratis, que hay unos cuantos; todo es cuestión de hacer un seguimiento):






En fin, espero que esta mínima acotación sirva a alguien para algo. Otro día pondré más ejemplos, y mientras tanto, siempre se puede echar una ojeada a ESTO.


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