jueves, 9 de agosto de 2018

Para los amantes del rock and roll

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»Nosotras éramos una pandilla de chicas de quince años, casi todas de la ciudad nueva, que en verano nos trasladábamos a la vieja y a sus playas porque la mayor parte de nuestras familias procedían de ella. Durante aquellos meses aprovechábamos para ponernos todo lo morenas que pudiéramos, siempre que hiciera sol, y para lucir los primeros bikinis que tuvimos, [...]
» [...] y los chicos de allí nos contemplaban desorbitados e igual que si hubieran visto pasar unas marcianas. [...] 
» [...] Luego ponían aquella de Ciao ciao bambina y otras del mismo estilo, que entonces se llamaba para arrimar, y así, entre bromas y veras, [...]
» [...] con las canarias en una playa, y luego, por la noche, fuimos al apartamento de una de ellas a dormir y Pancho dijo, anda, una guitarra, ¡qué bien!, y cuando estábamos en la terraza, era por la noche y ya todos muy tirados, nos pusimos a cantar aquella de She loves you, ¿no sabes tú eso?, ella te quiere... [...]
» [...] Bueno, y también me acuerdo del High class baby que aquí se llamaba Presumida, nos vemos, presumida, no te puedo aguantar, etc., ¡anda que no la tocamos veces!, [...]
« [...] y del rock del río rojo ¿qué podríamos añadir?, ¿te acuerdas de aquello que había que tocar con un saxo pero nosotros lo hacíamos con la guitarra, tarirorirorá, tarirorirorá...?, ¡qué cosa...!, [...]
» [...] y le dije, oye, aquí huele muy raro, yo creo que son esas zapatillas tuyas, claro, ¿no has oído hablar del Comité del Tigre?, sí, bueno, pero es que esto ya es demasiado, y las cogí, porque cuando hacía calor Charli solía conducir descalzo, y las tiré por la ventana, fue un buen recurso porque en realidad lo hice para que se le olvidara la alocución, y él se quedó un poco así, enarcó las cejas y a punto estuvo de detenerse a recogerlas, pero luego comenzó a reír y no podía parar, ¿y qué me pongo ahora...?, pero el caso fue que no volvió a decir nada de su tema favorito e hicimos el viaje tranquilamente, y al llegar a la puebla, que él iba descalzo, fuimos directamente a echar una cerveza al bar de La Resaca para ir tomando contacto y nos encontramos a Ríchar en la barra, ¡hombre!, ¿qué haces aquí?, ¿y vosotros...?, ¿cuándo habéis venido?, ahora mismo, ¡ah!, y tú ¿qué haces sin zapatos?, pareces un hippie de los de los viejos tiempos, sólo te falta el pachuli... [...]
»Yo estaba vestida de uniforme una de aquellas tardes en el stand que me había correspondido, cuando pasó por allí uno con una máquina de fotos, y primero me preguntó si sabía en dónde estaban las cosechadoras..., luego me miró, y al final me dijo, no te voy a contar lo de oh! Carol porque seguro que no sabes lo que es, pero ¿por qué no vamos luego a tomar una cerveza?, y a mí me sorprendió, ah, pues si quieres..., porque la verdad es que estaba muy bueno, y cuando acabé, después de recorrer algunos bares del centro, bares antiguos en los que nos dieron calamares y otras cosas, [...]
» [...] y de aquella manera nos dieron las cinco o las seis, quién puede saberlo, y al final, como seguramente la recién llegada era tímida, o eso nos pareció, acabamos durmiendo nosotros tres en una habitación y las chicas en la otra, ¡jolín, macho!, dijo Charli, si es que parecemos de los de la acera de enfrente..., como se entere el posadero, nos echa. [...]
» [...] pero en seguida las chicas, las amigas de Patricia y otras, dijeron que siguiéramos con lo de la música antigua, que esta noche es especial, y nos pusimos a tocar rock and roll de verdad, a Elvis y a otros, que Pancho los imitaba que parecía su reencarnación..., vaya éxito, porque yo había ido a algunas bodas y aquella no se pareció en nada a las anteriores. [...]
»Una vez puse un bar de copas en la ciudad nueva, aquella ciudad era muy grande para mí, en donde casi no conocía a nadie, pero como el local estaba en buen sitio, en mitad del barrio que albergaba la movida, una cosa que entonces funcionaba, me sorprendió la cantidad de gente que aterrizaba por allí. Muchos se hicieron asiduos, y es que les debió de gustar la decoración, que la hizo Pancho, claro, que para aquellas cosas se las pintaba solo. Como el sitio era muy antiguo no hizo casi nada, [...]
» [...] y compuse la cara, agité el vaso y, más que cantar, declamé, eel fina-al... deel verano... llegó, y tú partirá-as..., yoo no seé, haasta cuándo, este amor... recordaraás..., [...]
»Bueno, sí, ha llegado el final de nuestro verano, dijo Charli un día que estábamos en la casa de la plaza de La Aduana alrededor de la camilla, pero es que todos los veranos se acaban y bastante ha durado el nuestro, ahora mismo empiezan otros, todos los días empieza el verano para alguien, jovencitos del planeta entero, negros, verdes, cobrizos, incluso blancos... [...]
» [...] porque todo lo que dijimos antes, la historia y la canción, fue una verdadera y auténtica declaración de amor, una fenomenal y fantástica mentira, uno más de los recónditos secretos que guarda el alma humana, eso que ninguno de vosotros sabe lo que significa ni nunca llegaréis a averiguarlo, pues al fin ha sonado la hora, sobrevino vuestra fecha de caducidad y hasta aquí os duró la cuerda, amén Jesús.

(Lo anterior es un refrito confeccionado con trozos de Charli en Wonderland: una historia de los tiempos del rock and roll.)

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