Esto es facilísimo de hacer: se hace
compota de pera, o sea, se pelan y pican peras (conferencia) y se ponen a cocer
en un cazo con un poco de agua y otro poco de azúcar. Si las peras están muy
verdes tardan algo más, pero esto es algo que se hace en seguida. Se puede
considerar hecho cuando se ha convertido en una masa con barcos; que no se
deshaga del todo, que entonces sería mermelada. Y que no esté demasiado dulce,
que el sabor a pera es muy bueno.
En un cuenco pequeño se pone un poco
de mermelada de lo que sea (de higo, de melocotón, etc.), mejor casera, y sobre
ella se añade cantidad suficiente de cacao en polvo (cacao de verdad, nada de
sucedáneos). Se añaden un par de galletas y un poco de miel (de la buena,
claro), y con el dorso de una cuchara se machaca todo bien de forma que se haga
una pasta, una masa. Luego se toman bolitas de esta pasta (que resultará muy
pringosa; para que no se pegue a los dedos, mójeselos con agua), que se echan
en un plato en el que haya más cacao en polvo, y se hacen rodar sobre él. Ya
están hechas las trufas, las cuales, a continuación, se colocan sobre un poco
de la compota, o si no, se comen tal cual, ahora de esto, ahora de lo otro...,
etc. Vamos, más que comer, lo que suele suceder es que se devoran, que esto es
adictivo.
La masa de las
trufas también puede llevar un poco de ron o de coñac..., pero muy poco, y si
queda demasiado pastosa, un pelín de leche o de agua.
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